Cuando la información cultural es gratuita, abundante y accesible en Internet ¿qué rol pasan a tener los críticos, los curadores o comisarios, los docentes, los periodistas culturales, los archivistas y bibliotecólogos en un mundo de cultura digital 2.0? Un mundo menos mediado, de contacto directo entre público, artistas, lugares y acontecimientos, pero también más caótico, con miles de usuarios generando y actualizando contenido. En este contexto surge un nuevo perfil profesional, el del «content curator» o curador de contenidos con una labor asociada a seleccionar y organizar flujos de información y conocimiento. Un perfil que en el ámbito de la cultura se torna cada vez más necesario y del que hablaremos en el curso online sobre curación de contenidos, junto con Pilar DM. En este post mencionamos 5 competencias básicas y algunas herramientas del content curator.
Un «content curator» de la cultura puede ser alguien que trabaje en un museo, un medio de comunicación o en cualquier otra institución. Puede ser considerado como un puesto específico o como una competencia digital que muchos profesionales, incluido el gestor cultural, deberían tener. Una competencia que implica seleccionar y organizar información, saber encontrar y leer de las mejores fuentes y a partir de allí elaborar y crear sobre un tema concreto.
¿Cuáles son las competencias básicas de un content curator?
1- Tener sentido crítico para seleccionar y comparar fuentes de información: portales, blogs, revistas, periódicos y todo tipo de publicaciones online y offline. Pero no se trata de seguirlas a todas, sino de elegir las mejores.
2- Desarrollar una buena red de contactos para el filtrado social: seguir a personas confiables e interesantes con buena reputación en los temas de nuestra especialidad.
3- Tener habilidad para manejar la información: saber organizar la información, usar tags o etiquetas, gestionar listas de contactos, «surfear» por la ola informativa sin ahogarse y solamente profundizar en lo más interesante y relevante.
4- Contar con capacidad de prospectiva: estar alerta ante nuevas tendencias y fuentes, no quedarse con un sistema de información cómodo y seguro, investigar sobre temas emergentes, identificar a quienes hablan de ellos, renovar los temas y tags que seguimos.
5- Finalmente, para aprovechar todo esto, el content curator tiene que tener capacidades de redacción hipertextual: ser bueno para escribir, linkear, comentar y compartir.
Además de esto, el curador de contenidos debe manejar una serie de herramientas para descubrir, agrupar y filtrar contenidos:
– Lector RSS. Una herramienta que puede sonar anticuada en tiempos de Twitter, pero que es imprescindible para quien quiere seguir fuentes de información dinámicas, como los blogs, con la ventaja de recibir información en mucho más que 140 caracteres. Un lector RSS es como una revista personalizada: el editor es uno mismo. Cada cual elige a sus redactores (al suscribirse a fuentes) y organiza las secciones de su revista (al organizarlas en carpetas o etiquetas). El delivery de la información ya está resuelto, pues el programa que usemos (Google Reader, Firefox, Netvibes, Feedly, por nombrar algunos), se encarga de hacernos llegar las actualizaciones de todas las fuentes que seguimos a un solo lugar. Para saber más sobre RSS recomendamos este simple pero completo informe.
– Marcadores sociales, como Delicious, Diigo y otros. Son excelentes herramientas, tanto para seleccionar y almacenar la información encontrada y vovler por ella (ya que son servicios de marcadores o favoritos), como para compartirla y evaluarla, ya que si muchas personas designan como favorito un mismo enlace, eso señala su relevancia y además ayuda a buscar enlaces relacionados que otros usuarios etiquetaron de la misma manera. Otra ventaja es que estos marcadores se almacenan en la web, en una url personal a la que se puede acceder desde cualquier lugar, siempre que estemos online. Casi todos los servicios de marcadores sociales tienen herramientas para teléfonos móviles, lo que los potencia aún más. En este enlace pueden consultar los diferentes servicios y conocer más sobre el funcionamiento del etiquetado social.
– Organizar la actividad en las redes sociales. Para esto recomendamos organizar por temas de interés a los usuarios de redes sociales que seguimos. En Facebook y en Twitter se pueden armar listas, en Google+ tenemos los círculos y en Diaspora los «aspectos». Además, podemos seguir temas o tópicos. En Twitter mediante hashtags y en Diaspora por tags, en ambos casos identificadas con el símbolo numeral (#) antecediendo a la palabra clave. También se puede optar por recibir resúmenes personalizados con las noticias más relevantes de las redes con herramientas como Summify, que selecciona para nosotros lo que ha sido más compartido y, por lo tanto, puede ser más valioso. A su vez, para gestionar desde un sólo lugar distintas cuentas de Twitter, Facebook y otras redes, es ampliamente recomendable Hootsuite.
– Publicar y compartir. A decir verdad, ho hay una herramienta específica para ser curador de contenidos y compartir información en la red. Si bien existen herramientas como Scoop.it, pensada para que el content curator se luzca, es posible aplicar esta competencia en la escritura de blogs, en las redes sociales, en la elaboración de boletines, en informes de investigación, etc.
Más allá de las herramientas, el content curator es, como dice Dolors Reig «un intermediario crítico de conocimiento» que ayuda a las organizaciones a ser más inteligentes contextualizando y personalizando el conocimiento. Tiene que ser alguien con conocimiento profundo en su especialidad pero a la vez muy abierto, con confianza en una comunidad de conocimientos más amplia y con capacidad para establecer conexiones transdisciplinarias. El content curator es la bisagra entre una caótica web 2.0 de infoxicación y superabundancia, y una web 3.0, más personalizada e inteligente.
En el ámbito cultural esta capacidad tiene muchas aplicaciones, pues los profesionales de la cultura necesitarán crear experiencias personalizadas y agregar valor al conocimiento y a los objetos culturales, si es que queremos que éstos sean algo «mejor que gratis», como dice Kevin Kelly.
Deja una respuesta