En un post reciente del blog Hack Education, Audrey Watters hace una crítica de la tendencia reciente de la startup educativa Coursera (la más grande proveedora de cursos masivos en Internet) a brindar una oferta no tan abierta como uno esperaría de sus «cursos online masivos y abiertos», o MOOCs.
La noticia que propició el post de A.W. fue el anuncio de una alianza entre Coursera y distintas editoriales para ofrecer los materiales de sus cursos a través de un lector electrónico, con el uso de DRM. Esto quiere decir que los estudiantes no van a ser capaces de copiar, compartir o imprimir los materiales con los cuales estudian, y que el acceso a los mismos se va a bloquear cuando termina el curso.
Si bien el anuncio ya es bastante shockeante de por sí, la autora del post hace un repaso de otras características preocupantes de estos cursos. Entre otras cosas, señala:
– La tendencia de muchos profesores a incluir entre los materiales libros físicos o digitales escritos por ellos mismos que los alumnos deben comprar.
– La asociación de Coursera con editoriales que publican bajo copyright puro y duro, en lugar de utilizar materiales con licencias libres, mucho más adecuados para la educación.
– La intención de rastrear masivamente el uso que los estudiantes hacen de los materiales que cargan en sus e-readers.
– La deliberada tendencia a restringir la actividad de los alumnos, para que las interacciones se desarrollen únicamente dentro del sitio. De hecho, los términos de uso del sitio prohíben compartir materiales fuera de él. Y el «código de honor» dice que los alumnos no publicarán las soluciones de las tareas y ejercicios, tanto si fueron brindadas por los profesores como si las realizaron los propios alumnos.
Todas estas características tienden a pervertir, de algún modo, el concepto original de los MOOCs, que fueron ideados por Stephen Downes y George Siemens desde un enfoque educativo liberador, el conectivismo, que invita a aprender a través de las conexiones realizadas en la web.
En estos MOOCs auténticos, el aprendizaje se da en una plataforma abierta que es la misma web. El objetivo es que los participantes no estén en un sitio único. Por el contrario, la idea es que recorran otros sitios web, blogs, redes sociales, etc, y que pongan en común los hallazgos con sus compañeros. Así, cada participante crea su propio entorno personal de aprendizaje, que es único e irrepetible, pero al mismo tiempo compartible con otros. Con la guía de los tutores que le dan un marco de partida al tema de estudio, facilitan la reflexión, comentan las intervenciones de los participantes y brindan una narrativa al curso, el curso funciona como un facilitador para nuevos nexos entre conceptos y entre personas. La experiencia del curso, en algún punto, se infiltra en la web y genera interacciones con gente que tal vez no realiza el curso, pero que se encuentra dentro del mismo campo de conocimientos. La medida del éxito es que al final del curso, cada participante haya aumentado su red.
El concepto que subyace es que las redes de ideas y las redes de relaciones son dos caras de la misma moneda. Cuanto más interactúo con gente que sabe del tema que quiero aprender, más aprendo de ese tema, y cuanto más aprendo de ese tema, más puedo interactuar (y en mayor pie de igualdad) con los colegas que voy conociendo.
Es esta idea de MOOCs la que nos gusta en Ártica y la que nos guía cuando pensamos en actividades online abiertas a la comunidad. A medida que aprendemos, vamos también experimentando con distintas dinámicas y herramientas en nuestros MOOCs, desde centrar la participación en los blogs de los alumnos, hasta crear grupos de colaboración en las redes sociales, pasando por combinar las actividades online con eventos presenciales.
En suma, creemos que los MOOCs, en su enfoque conectivista, son una gran idea y tienen una larga vida por delante. A pesar de la tendencia de Coursera a tratar a los alumnos como meros usuarios y encerrarlos en su sitio web, existe un amplio movimiento en torno a la educación abierta que puede seguir construyendo sobre prácticas sólidas.
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