En la última semana leímos el intereante y exhaustivo artículo de María Yañez sobre documental interactivo o i-doc y vimos las presentaciones del artista Jonathan Harris en TED en las que comenta algunas de sus obras, tanto las diseñadas para la web como las que se desarrollan en el mundo físico. A partir de esto, en lugar de tratar de definir o entrar en discusiones teóricas sobre el arte interactivo, hemos tomado algunos apuntes sobre aspectos que parecen estar presentes en ese campo con la intención de abrir, más que de cerrar, cualquier discusión.
Muchas veces el arte interactivo es definido desde las tecnologías y parece que fuera algo atado a ellas o exclusivo de la era de las computadoras e Internet. Es probable que con los nuevos medios el arte tenga más capacidad de incorporar la interactividad. Se puede involucrar a un público multitudinario a través de Internet, es posible diseñar con relativa sencillez interfaces complejas con tecnologías ya populares. Pero lo interesante aquí son los conceptos que se van generando a medida que se exploran las posibilidades de la interactividad.
La obra como dispositivo
El arte interactivo no siempre se basa en Internet, programación o sensores de sonido y movimiento. Pero debe haber un dispositivo interactivo, ya sea un sitio web, una grabadora o una consigna. Y es este dispositivo el que es generado por el artista. El diseño, las pautas de interacción, la apertura de posibilidades de acción, los menúes, las preguntas y sus respuestas, las reglas del juego; en definitiva, el “código” social y tecnológico que es la obra como marco de trabajo. Muchas veces, las obras de arte interactivo son plataformas para el pensamiento crítico frente a la arbitrariedad con la que están construidos los dispositivos tecnológicos.
No linealidad
La interactividad ofrece distintos caminos, diferentes formas de recorrer y experimentar una obra, ya sea ésta literaria, visual, sonora o performática. Claramente esto lo vemos en el hipertexto que enlaza objetos unos con otros sin una prioridad o dependencia de un paso anterior establecido ni un sólo camino lineal disponible.
Ausencia de narrador omnisciente
El artista no controla todo, ni necesariamente conoce todo el material con el que trabaja, ni necesita hacerlo. Por supuesto que en las formas más tradicionales de arte el artista no controla todo, pero parte de su arte implica crear esa ilusión saturadora. Lo que hace aquí el artista es generar un dispositivo que se alimenta de las acciones y reacciones del público y con ello, necesariamente, queda un poco al margen del resultado final.
Participación y colaboración
Se trata de obras abiertas que completa el público de muchas maneras diferentes: contribuyendo consciente o inconscientemente, interactuando, observando, comentando, compartiendo. Sin estas diversas formas de participación, el trabajo no funcionaría. Quizás cobran más protagonismo las múltiples experiencias, sentimientos y expresiones de los otros que los del propio artista.
Narrativas transmediáticas
A menudo los trabajos de arte interactivo admiten e incluyen muchos medios simultáneos. Un trabajo puede verse o descargarse desde la web, puede ser visto en distintos dispositivos y compartirse o comentarse en redes sociales de Internet. Pensemos en fenómenos mediáticos como Lost y sus ramificaciones por los medios sociales. Pero también Shakespeare puede ser transmediático. Sobre narrativas transmediáticas es obligatorio leer los principios planteados por Henry Jenkins.
Complejidad
Las posibilidades de la no linealidad, la participación, la colaboración, las narrativas transmediaticas generan un hipermundo complejo en torno a este tipo de obras. No es que los objetos de arte hayan sido hasta ahora algo simple. Muchos de ellos son objetos significantes que han incorporado profundas capas de significado, de generación en generación, atravesando medios y derivando en nuevas obras. Lo que quizás está sucediendo actualmente, a partir de la digitalización y los medios sociales, es que la complejidad se acelera, y también aparecen herramientas para manejarla, para pasar a nuevas capas y niveles de significado con tan sólo hacer click sobre algo.
Sin duda se podrían agregar muchas más dimensiones presentes en el arte interactivo, así como discutir temas como las posibilidades de remezcla, transformaciones en el derecho de autor, los problemas de conservación y exhibición, entre muchos otros. Temas que seguramente continuaremos trabajando desde Ártica, ojalá con la contribución de los lectores.
La imagen superior fue tomada del blog del artista Yanzer Lee.
Deja una respuesta