¿Pueden la libertad y la apertura ser los pilares que susentan el arte, la cultura, la ciencia y la educación? La reciente publicación «El poder de lo abierto» muestra cómo muchas iniciativas funcionan conjugando libertad y modelos de negocio, sin que estos dos términos entren en disputa. Al contrario, colaboran y se conjugan para un mundo más creativo y con más cultura disponible para todos. El libro presenta casos concretos en los que el uso de licencias Creative Commons se convierte en la herramienta para lograr algo que puede parecer casi utópico pero que es cada día una realidad más tangible y evoluciona hacia un prometedor futuro.
Internet cambió las reglas del juego en el ámbito de la cultura y el conocimiento. Definitivamente, no puede ser concebida como una nueva televisión o una nueva imprenta más rápida y masiva. La red no es un delivery de contenidos, es una forma de compartirlos en red. No es una gran vidriera mundial para ofrecer los mismos productos bajo las mismas condiciones (cerrados, terminados, controlados y por supuesto restringidos para poder obtener de ellos no ya las mismas ganancias de siempre, sino mucho más, haciendo lo mismo).
Las grandes industrias culturales están ahora presionando por sostener el antiguo modelo y mantener y aumentar sus beneficios monopólicos bajo el pretexto de defender al autor. Pero el autor no necesita ese tipo de protección. Necesita autonomía y libertad de expresión. El apoyo de un instrumento descentralizado, que sea a su vez una herramienta para participar de este nuevo modelo que es posible gracias a Internet. Los autores y los consumidores, los prosumers, cuentan hoy con el poder de lo abierto.
En este nuevo marco, Creative Commons es una herramienta mucho más eficaz que el copyright para los creadores, porque ya no hay unos pocos broadcasters generando y vendiendo escasos contenidos para una gran masa de consumidores pasivos. Hay comunidades de ellos compartiendo y remixando abundantes contenidos, copiables y reutilizables a costo cero.
Los logros de las experiencias de uso de Creative Commons
Las licencias Creative Commons son una forma de compartir contenidos en la red y aprovechar la libertad y la apertura, mientras el procomún crece en lugar de restringirse. Además de permitir que el contenido se pueda usar y compartir libremente, también ofrecen opciones para permitir la obras derivadas de los contenidos culturales, científicos, de entretenimiento, educativos. Esto los pone a disposición de nuevos innovadores que pueden mejorarlos y ampliarlos.
Si se conjuga el poder de lo abierto con el poder de las redes, pueden pasar muchas cosas:
Que 200 millones de personas experimenten el pensamiento innovador de los ponentes TED.
Disponer de miles de fotografías gratuitas mientras los fotógrafos se dan a conocer y logran vender sus fotos impresas firmadas, como lo hace Jonathan Worth.
Alcanzar notoriedad e ingresos inesperados mientras compartes tus obras, como lo hace la caricaturista y cineasta Nina Paley.
Generar periodismo de investigación con alto impacto y ganar dos premios Pulitzer, como lo hizo la agencia Propublica.
Liberar música y disfrutar de los increíbles resultados de la remezcla del público, como lo están haciendo la compositora Yunyu, Curt Smith de Tears for Fears o DJ Vadim.
Conseguir que 350 editores, autores voluntarios y traductores de todo el mundo aporten noticias de contexto local y traducciones en diversos idiomas a través de la plataforma Global Voices.
Reducir los costos legales de negociar permisos de uso y obras derivadas mientras se recibe ayuda gratuita de la comunidad para poner a disposición «un libro para cada niño» (y más) como lo hace una pequeña editorial como Pratham Books en la India.
Que 250 mil estudiantes en 40 países puedan estudiar a distancia en la Open University del Reino Unido, sin importar su origen y condiciones sociales.
Llegar a miles con un show semanal sin gastar en publicidad como sucede con el podcast Epic Fu.
Poner a disposición gratuitamente publicaciones académicas en formato electrónico mientras se siguen vendiendo (en aumento) las versiones impresas, como lo hace Bloomsbury Academic.
Lanzar un disco, permitir su remezcla y obtener un segundo disco en colaboración con el público, como lo hizo la banda de rock alternativo Marcy Playground a través de la plataforma Indaba con sus 540.000 usuarios.
Diseñar un auto más seguro, ecológico y económico con la ayuda de dos millones de personas de 160 países que aportaron 10.000 ideas, a través del proyecto Mio de la Fiat.
Conocer personas, viajar y aprender mientras se hacen películas, como el premiado cineasta Vincent Moon.
Alcanzar las 1.500 descargas gratuitas en tres días de tu libro mientras se sigue vendiendo en Amazon, como el periodista Dan Gillmor.
Distribuir gratuitamente tu película en salas de cine de barrios y comunidades, mientras la comercializas en grandes salas y plataformas de distribución. Conseguir la colaboración de la audiencia en diversos aspectos: afiches, música, guión. Así lo hace la compañía cinematográfica independiente española Riot Cinema Collective.
Producir un podcast de música clásica que se escucha en 83 países, con un promedio de 50.000 descargas mensuales, poniendo a disposición las cientos de horas de actuaciones en vivo grabadas en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, que antes estaban almacenadas en CDs.
Que 21.000 historias sean escritas en conjunto por 3.000 usuarios a través de la plataforma colaborativa Ficly.
Que los trabajadores comunitarios de servicios de salud puedan compartir instrucciones mediante mensajes de texto, brindar capacitación y evaluación, y controlar enfermedades y materiales médicos a través de las fronteras de países africanos, como espera lograrlo IntraHealth Open.
Aprovechar el potencial de distribución y de innovación de Internet poniendo a disposición más de 1.000 entrevistas en 25.000 clips de vídeo con bandas y figuras reconocidas de la música. Y aún así vender derechos a programas de televisión, podcasts y agencias de publicidad que usan estos contenidos con fines comerciales. Es el modelo de Uncensored Interview.
Permitir la descarga de 40.000 discos de forma gratuita y legal para los oyentes mientras se negocian más de 300 licencias con clientes comerciales que benefician a los músicos. Esto lo ha logrado Jamendo.
Generar más de 18.000 remezclas a partir de un fondo común de obras de más de 150 artistas visuales y 110 músicos a través de aplicaciones gratuitas para iPhone y iPad. Se logró con la iniciativa Into Infinity de Dublab, una cooperativa de radio sin ánimo de lucro en Internet.
Lograr fructíferas e inesperadas colaboraciones, de alta calidad, como la que tuvieron Radiohead, el artista digital Aaron Koblin y el diseñador Tiago Serra en torno al video de la canción House of Cards. El video consiste en un conjunto de datos de imágenes 3D cuyo código liberado derivó en diversas obras.
Alcanzar impacto global como lo ha hecho la cadena de noticias Al Jazeera, creando el primer repositorio en el mundo de grabaciones de video con calidad profesional bajo una licencia Creative Commons.
Que estén disponibles los 1.600 excelentes vídeos educativos de Khan Academy con contenidos que van desde química y álgebra hasta las causas de la crisis de la vivienda.
Sacar a la luz y denunciar violaciones de los derechos humanos en todo el mundo como lo hace Human Rights Watch a través de cientos de informes anuales.
Poner en marcha y sostener el proyecto de hardware abierto Arduino. Sin la liberación de la fuente de las bases de Arduino, el proyecto, que se había quedado sin financiamiento, no hubiera continuado. Hoy es la plataforma libre para construir desde amplificadores hasta rooters, mientras la empresa de Massimo Banzi, uno de sus creadores, vendió más de 208.000 placas.
Ganar un Premio Nébula con la primera novela de ciencia ficción que se puede leer y escuchar en formato podcast, como lo ha hecho James Patrick Kelly con su novela Burn.
Financiar la publicación de una novela que se puede copiar y redistribuir en formato físico y digital. Su autor, Robin Sloan, consiguió 10.000 dólares en donaciones a través de la plataforma de financiamiento colectivo Kickstarter y luego publicó la novela bajo una licencia CC.
Lograr que muchas investigaciones relevantes se dieran a conocer mediante acceso abierto a través de la publicación científica PLoS Biology.
Para leer en detalle todas estas iniciativas, basta descargar «El poder de lo abierto» en español desde este enlace.
Muchos aún consideran que las licencias Creative Commons son equivalentes nada más que a «gratis» y que posibilitar la distribución libre de obras es igual a «regalar» (y por tanto devaluar) el trabajo de los creadores. Afortunadamente muchos otros ya se han dado cuenta de que utilizar este tipo de licencias es antes que nada una herramienta de comunicación, innovación y cooperación que los empodera.
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