La impresión 3D es una tecnología que existe desde hace algunas décadas y que ha cobrado especial impulso en los últimos años, con el abaratamiento de las impresoras y la mejora en los productos que estas máquinas son capaces de crear.
Básicamente, la impresión 3D es la concreción en la realidad de algunos de los sueños retro-futuristas más divulgados: el de poder crear caseramente objetos a partir de modelos digitales, o, en conjunto con escáneres 3D, el de poder reproducir caseramente objetos ya existentes.
Más allá de las innumerables implicancias que la impresión 3D permite prever para la innovación social, para la transformación de los procesos industriales y para nuestras vidas cotidianas, lo cierto es que esta tecnología también abre enormes posibilidades para el arte, permitiendo a los artistas reflexionar sobre muchas cuestiones que siempre han abordado tanto en el terreno del arte digital, como en la escultura o la fotografía.
Una de estas cuestiones clásicas del arte es la de cómo capturar el movimiento. Desde este punto de vista podemos acercarnos a la obra del artista digital Eyal Gever, quien crea modelos digitales 3D de objetos para luego realizar simulaciones de choques violentos u otras catástrofes. A continuación, elige un frame de su simulación y hace con él una impresión 3D. Así, además de acercarse a la física y la matemática de los desastres, Gever busca captar momentos que ningún escultor pudo captar, dada la naturaleza radicalmente efímera de estos sucesos.
Otros artistas se han interesado, en cambio, por la posibilidad de crear objetos tridimensionales a partir de ondas de sonido, radiación, registros sismográficos u otros datos que hacen referencia a eventos reconocibles o con fuerte contenido emotivo.
Sophie Kahn, por su parte, reflexiona con su obra sobre una cuestión igualmente interesante. Lo que a ella le interesa es lo que se muestra y lo que se oculta tanto a nuestra mirada como a los lentes fotográficos. Para eso, escanea rostros y cuerpos, y luego hace impresiones 3D que recrean a la manera de “agujeros” los puntos ciegos de la mirada.
Además, a la artista le interesan las resonancias de la historia del arte que trae la tecnología, como por ejemplo el hecho de que los escaneos 3D pueden tener un aspecto similar al de las esculturas clásicas degradadas por el tiempo.
En una línea muy distinta, la obra Google Vase, del diseñador y artista Daniel Michel, lleva la idea de mashup al campo de la impresión 3D. Utilizando imágenes de jarrones encontradas en Google Imágenes, realiza un collage tridimensional con un software de diseño y finalmente imprime el resultado. Podemos ver así una reflexión lúdica sobre el remix aplicado al diseño y a los objetos cotidianos.
Para quienes deseen conocer más artistas y obras que utilizan la impresión 3D como medio expresivo, les recomendamos este excelente post: “Objetos hechos de datos: arte digital e impresión 3D”, publicado en el blog Arte Cultura Innovación.
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