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En los medios de comunicación masivos pre-digitales los contenidos eran presentados por el canal de televisión, la emisora de radio o el periódico, es decir instituciones privadas o públicas que se responsabilizaban por su programación.
Internet, en su carácter de red distribuida de comunicaciones, y las tecnologías digitales que abarataron el acceso a la producción de contenidos, han cambiado el panorama de manera muy acusada. El acceso a la comunicación de masas es potencialmente accesible a cualquier actor social. Distintos tipos de actores emiten contenidos e interactúan en un (al menos teórico) pie de igualdad, en lo que se conoce como el carácter neutro de la red, que no distingue unos contenidos por sobre otros sino que sólo se ocupa de que los bits se propaguen de la forma más veloz posible.
Quienes nos dedicamos a comunicar en la red con el fin de activar comunidades, debemos ser conscientes de que existen distintos tipos de comunicación. Estos dependen del contexto en el que esa comunicación se da y del actor que enuncia el mensaje. Cada tipo de comunicación brinda posibilidades únicas y, al mismo tiempo, tiene sus limitaciones propias.
Las ideas de este texto están en gran parte inspiradas por las “Notas para una r-evolución”, de Simona Levi. Tal como dice Simona: “Hemos de decidir cómo nos manifestamos en el mundo exterior”. Esto tiene que ver con elegir bajo qué identidad nos manifestamos (una marca, un lobby, un medio de difusión, etc.). Estas identidades pueden ser permanentes o no, pueden convivir con otras o no, pueden ser simultáneas o no, grupales, individuales, colectivas o anónimas. “Podemos tener varias de estas identidades a la vez pero debemos ser conscientes de los diversos comportamientos que implican. Mezclarlas de forma inconsciente puede resultar fatal táctica e incluso “legalmente”.”
El objetivo de este artículo es fomentar la conciencia sobre las distintas modalidades de comunicación en Internet y su relación con la identidad para comprender las diferentes implicancias de cada una.
Comunicación institucional
Es la que se da en sitios web y perfiles de organizaciones. Estas instituciones pueden ser públicas, privadas u organizaciones de la sociedad civil. La comunicación institucional es fruto de la negociación interna dentro de la organización y refleja la estructura de poder dentro de ella. Los contenidos e interacciones marcan el posicionamiento público de la institución y configuran una imagen institucional. Por su propia naturaleza negociada, la comunicación institucional no puede dar cuenta de las posturas individuales de todos los integrantes de la institución. La negociación no es solo hacia adentro, sino que la interacción y relaciones de poder con otras instituciones también marcan los límites de lo que una organización comunica.
Por lo común, las instituciones cuentan con un equipo editorial o de comunicación (redactores, community managers, etc.) que se encarga de poner en práctica la posición institucional para lograr los objetivos que ella tiene fijados.
Comunicación personal
Ocurre en espacios como blogs y perfiles personales en redes sociales. Las opiniones y comentarios llevan el nombre o seudónimo de la persona que los emite. En ese sentido, cada uno se hace cargo de los contenidos. En este tipo de comunicación, las decisiones son más inmediatas y es un ámbito que se presta más a la interacción persona a persona, al intercambio, al diálogo y a la polémica.
Cuando participamos políticamente con otras personas, es muy común que haya mensajes que una institución no puede decir pero los individuos por su cuenta sí. Es importante saber reconocer estas ocasiones y poner en marcha los mecanismos, tanto individualmente como en conjunto con otros ciudadanos (cada uno desde su perfil personal) para emitir los mensajes que buscamos transmitir.
Comunicación anónima
Se trata de campañas lanzadas en la red sin identificación institucional o personal. Memes, virales, hashtags, sitios anónimos.
Varias razones pueden justificar la comunicación anónima. Una posibilidad es generar contenidos virales. Para que un contenido circule velozmente y la gente lo comparta, muchas veces es mejor que no cuente con firma personal, ni tampoco con el logo de una institución. Por ejemplo, un contenido que critique una medida de un gobierno puede interesar a mucha gente, pero no todos la compartirán si viene firmada por una agrupación política o por un integrante reconocible de dicha agrupación.
Por otro lado, hay ocasiones en que las acciones pueden comprometer a los participantes o pueden hacer fracasar su accionar público de saberse que son los emisores. Son casos como las filtraciones de noticias, las denuncias en contextos de violencia social o política, o el activismo cuando la persecución es moneda corriente.
Es habitual que la comunicación anónima en Internet no esté orquestada centralmente ni sea posible controlarla desde una organización en particular. Es más, los intentos de control o censura de contenidos virales suelen generar el efecto opuesto (lo que se conoce como “efecto Streisand”), ya que la censura no hace más que aumentar la atención y el estímulo a compartir la información. Así que, si se elige como estrategia generar un meme desde el anonimato, se renuncia previamente al reconocimiento de la autoría y a la capacidad de controlar el meme y sus repercusiones.
Comunicación colectiva
Este tipo de comunicación está centrada en contenidos, con la colaboración de personas, organizaciones e incluso anónimos. Esta comunicación es muy importante en el periodismo ciudadano y, en general, en todo tipo de iniciativas comunitarias. El colectivo suele generar una identidad que es una agregación de la identidad de todos los actores.
Ejemplos típicos son la agregación de contenidos, grupos, foros, wikis y otras iniciativas colectivas. Estos ámbitos son comunitarios, en el sentido de que están creados y administrados por la comunidad, pero, a diferencia de la comunicación institucional, aquí el resultado no representa a una organización concreta. Es, más bien, un procomún. Lo que une a los participantes suelen ser ciertos temas en común y/o algunas normas de publicación.
En este tipo de colectivos son habituales los desacuerdos, que se intentan dirimir a partir de reglas de moderación a las que la comunidad se somete. Y en caso de no resolución, simplemente se conforma un proyecto alternativo o “fork”, con personas que quieren continuar con otra línea de trabajo. Pero esto no significa que el colectivo inicial muera, sino simplemente que derivan de él otros colectivos.
Si tenemos claras las distintas modalidades de comunicación en Internet y lo que cada una implica, podremos articular acciones en Internet con eficacia.
El artículo fue publicado originalmente en Sinergianet.org.
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