Como les contábamos en posts anteriores, el 30 y 31 de mayo tuvimos el placer de participar en el II Congreso Internacional de Cultura Libre, en Quito, Ecuador. En este post queremos compartir dos de las reflexiones que nos llevamos del congreso: 1) la manera en que la innovación cultural surge de abajo y desde los márgenes, a partir de experiencias y proyectos concretos, y 2) cómo ese emergente cultural innovador va actuando como punta de lanza para impulsar transformaciones políticas más amplias que prometen abrir paso a una cultura realmente libre.
1) La innovación cultural surge de abajo y desde los márgenes: experiencias que conocimos en el Congreso
Durante los dos días del Congreso, distintos conferencistas y paneles hablaron sobre iniciativas culturales innovadoras basadas en lo digital (todas las ponencias están ya accesibles en este enlace). Entre las iniciativas mencionadas, surgieron ejemplos bien diversos, que abarcaron desde los más conocidos exponentes de la industria cultural, hasta otros que promueven la libertad de compartir y de remezclar. A medida que se acumulaban los ejemplos, se reforzaba nuestra visión de que las iniciativas realmente innovadoras se producen, cada vez más, desde abajo y desde los márgenes, para luego recibir apoyo institucional. Veamos algunos ejemplos:
– Se aprende copiando y así se generan generan cosas nuevas: así se creó la escena del hip hop en Medellín. En el Congreso, José Medina narró la forma en que sucedió esto a partir de la apropiación de técnicas y de compartir habilidades, todo lo cual permitió crear una red de músicos independientes con impacto en la escena cultural de la ciudad y que, a su vez, terminó consiguiendo recursos públicos para expandirse. Hoy, el Municipio y la Universidad de Medellín colaboran con los home studios, festivales, sellos independientes y producciones de hip hop y otros ritmos populares de la ciudad en un laboratorio compartido que se llama Territorio Sonoro. Una historia que sin dudas se repite, en mayor o menor medida, en otras escenas de hip hop locales en distintas ciudades latinoamericanas.
– Otras experiencias reclaman el territorio como espacio de prácticas culturales libres. Así lo vimos en el proyecto BaixoCentro en San Pablo, Brasil, presentada por Leonardo Foletto, y en el Proyecto Ruicicletero del colectivo Ruido13, que se desarrolla en el DF de México. Mientras que BaixoCentro remarca el derecho a utilizar la ciudad como soporte para la expresión ciudadana mediante el hacking urbano, Ruido 13 busca hacer visible el movimiento de los cuerpos en la ciudad, generando una interferencia en el automatismo del ruido urbano. Se trata de dispositivos para que la ciudadanía se reapropie del espacio público.
– También vimos que es posible generar una comunidad académica latinoamericana y global, sin que necesariamente pase por la bendición (en principio) de los journals y revistas arbitradas internacionales, cerradas y privativas. Así, conocimos la experiencia de la Red de Bibliotecas de CLACSO en cuanto a open access y otras experiencias de publicaciones científicas de acceso abierto, gracias a la ponencia de Fernando López, quien además participa de una inicitiva de autoaprendizaje entre bibliotecarios llamada SocialBiblio.
– Por otro lado, nuestros anfitriones en Quito y organizadores del evento, Radialistas Apasionadas y Apasionados, son un excelente ejemplo de cooperación entre organizaciones sociales para enfrentar los cambios tecnológicos que afectan, en este caso, a la radio. La digitalización supone un reto, pero compartir audios, manuales, apoyo técnico y puntos de vista, está contribuyendo a generar un movimiento de radialistas que se potencian entre sí para mejorar este medio que día a día sigue comunicando a las comunidades.
– También tuvimos oportunidad de conversar con aLabs y Hacktivistas, quienes nos contaron cómo están creando infraestructuras tecnológicas libres y abiertas que se constituyen en alternativas para romper la dependencia de colectivos y organizaciones respecto a las grandes empresas y gobiernos.
– Otro encuentro interesante lo tuvimos con Juan Arellano, de Global Voices, quien nos explicó cómo esta red internacional de periodismo ciudadano eleva la voz de los blogueros locales, para dar visiones alternativas, diversas y complejas sobre los acontecimientos y noticias globales.
– Y hablando de infraestructuras, pero esta vez físicas junto a las digitales, tuvimos la oportunidad de visitar el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, que en su Proyecto Diferencial, alberga de manera libre y abierta proyectos culturales, educativos y de activismo propuestos por sus usuarios. Se trata de un espacio de arte, tecnología y sociedad abierto a la comunidad, que cualquiera puede utilizar para investigar, trabajar, reunirse y crear. En este video (producido por Juan Arellano) pueden conocer la experiencia explicada por Juan Carlos León, su coordinador.
– También participamos de la feria Jóvenes Q, invitados por la Fundación ChasquiKom y La Santa. ChasquiKom genera capacitación y herramientas de comunicación para organizaciones de jóvenes. Desde la radio a las TIC, fomenta una apropiación significativa de software libre y licencias Creative Commons en la comunicación. Por su parte, La Santa es un colectivo de periodismo digital emergente, alternativo y cuestionador, que se centra en temas de arte y derechos humanos. Pueden ver en este video (también producido por Juan Arellano) una entrevista a Mayah Cueva, que coordina este proyecto.
¿Y qué tiene que ver la cultura libre con este tipo de innovación? Con más frecuencia que nunca, para crear cosas nuevas necesitamos compartir y remezclar, redefiniendo la innovación como apropiación y adaptación al contexto. Como decía Daniel Vázquez, de aLabs, innovación no es reproducir en todos lados lo que aparece como vanguardista (como la instalación de Wi-Fi en las plazas públicas y otras cosas que ya, más que nada, son deuda social), sino desarrollar en cada lugar una nueva vanguardia vinculada a las necesidades particulares de ese lugar.
2) Cultura libre y transformaciones polítias
Mientras que por un lado cada vez más iniciativas, como las vistas anteriormente, proponen una construcción desde la ciudadanía, todo esto va permeando poco a poco las políticas e instituciones clásicas. No obstante, a los gobiernos (incluso a los populares, como los que actualmente tenemos en varios países latinoamericanos) les cuesta tomar la posta de la cultura libre, dado que se enfrentan a la inercia de la burocracia y a presiones internacionales.
Desde afuera de las instituciones públicas es posible cuestionar estas inercias e intentar ampliar los límites de lo posible. Desde adentro, con el poder que dan los recursos presupuestarios, la infraestructura estatal y la legitimidad social, es posible reorientar las políticas y transformar las instituciones. De esta convergencia entre movimientos y gobiernos, hoy es posible encontrar en casi toda América Latina, con mayores o menores avances, nuevas políticas respecto a los medios de comunicación, la producción y el acceso a la cultura, y la propiedad intelectual.
Aunque todavía estamos lejos de una cultura realmente libre, vemos que, mientras tanto, el desafío es hacer ruido en la calle y en las redes, y también hacer ruido dentro de las instituciones. Sobre esto último trató nuestra conferencia, donde intentamos mostrar qué cosas podría copiar y remezclar la gestión pública mediante acciones políticas que expandan y garanticen los derechos culturales.
Actualización: pueden leer otros resúmenes y reflexiones sobre el Congreso en BaixaCultura (por Leonardo Foletto) y en Global Voices (por Juan Arellano)
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