Investigación y formación en gestión cultural: el debate en torno al conocimiento

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El desarrollo de políticas públicas y el surgimiento de nuevos emprendimientos culturales en Uruguay ha generado una demanda de profesionales vinculados a la gestión cultural que no se había registrado quizás hasta hace una década. Es por ese motivo que el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) celebró la semana pasada el 1er Seminario Gestión Cultural en clave Interinstitucional – Territorial Gonzalo Carámbula. Tuvo lugar el 1 y 2 de diciembre en Montevideo, organizado por Centros MEC. Desde Ártica recibimos una invitación a participar en un panel de debate sobre investigación y formación. Un eje especialmente interesante para nosotros, porque tiene como centro el conocimiento, su generación, distribución, usos y aplicaciones en la gestión cultural. Resultó una experiencia sumamente fermental y enriquecedora, que queremos compartir en este post.

Experiencias de Investigación y Formación en Gestión Cultural

Una de las cosas que más nos gustaron de la mesa de trabajo fue no tener que ir armados con láminas ni discursos previamente estructurados. Nuestro rol fue el de comentar experiencias que se relataron allí, en el momento, y de las cuales teníamos apenas un breve resumen. Esto generó una productiva dinámica de escucha y conversación.

Las experiencias presentadas fueron bien heterogéneas:

Filmadoc (ICAU-CODICEN), una experiencia de formación en realización audiovisual con estudiantes de bachillerato, que transforma al docente de educación formal en mediador cultural. Después de escuchar esta experiencia nos preguntamos: ¿será que la formación se plantea cada vez más como la necesidad de investigar y aprender juntos, horizontalmente?

Espacio de Gestión Parque Público Punta Yeguas, una experiencia de formación de docentes de educación física que se produce en diálogo con una comunidad que lleva adelante la gestión asociada del parque. Esta experiencia cuestiona las modalidades tradicionales de inserción de la formación en lo social. ¿Se puede llegar a una comunidad con una fuerte historia, trayendo programas de estudio sumamente estructurados?

Tecnicatura Universitaria en Patrimonio y Bienes Culturales, una oferta de formación descentralizada de la Universidad de la República (UdelaR) en el norte del país. Se destaca el énfasis en un perfil de egreso del técnico en patrimonio como articulador entre diversos intereses, para contribuir a procesos de patrimonialización que requieren capacidad para convencer y cuestionar ideas hegemónicas sobre el patrimonio.

Centro Cultural Urbano (MEC), una fascinante experiencia de trabajo con personas en situación de calle, que tuvo que experimentar y desarrollar metodologías de formación e investigación con una población poco convencional.

Después de una breve exposición de las experiencias comenzó el panel de debate, al que nos sumamos junto a María Simón (Facultad de Ingeniería, UdelaR), Gabriel Kaplun (Facultad de Información y Comunicació, UdelaR) y Judith Sutz (Comisión Sectorial de Investigación Científica, UdelaR), con la moderación de Milita Alfaro (Diploma en Carnaval y Patrimonio de UdelaR).

El aporte al debate desde Ártica fue un poco particular, porque además de ser la única institución no universitaria en el panel, se esperaba un análisis desde un aspecto que no era central en ninguna de las experiencias: la perspectiva de la cultura digital. Puestos en este desafío, se nos ocurrió comentar sobre dos aspectos: uno de ellos, no necesariamente vinculado a lo digital, que es la cultura como activismo; y un segundo aspecto referido a la distribución y disponibilidad de los conocimientos que se generan en formación e investigación cultural.

 

Cultura como activismo

En las cuatro experiencias encontramos aspectos, a nuestro entender, de activismo: motivar a adolescentes a hacer documentales (no a verlos, a hacerlos); acercar la formación artística a contextos de marginación en los que los derechos culturales (y tantos otros) estaban anulados; activar procesos de apropiación social del patrimonio muchas veces cuestionando los criterios hegemónicos; co-crear la formación docente con una comunidad contestataria que logra la gestión de un espacio público tras un conflicto territorial de largo aliento.

Esta dimensión activista se manifiesta en la necesidad discutir en cierta medida el statu quo. En todas estas experiencias se plantean cambios en la forma en que los sujetos se posicionan en la cultura: bajar barreras de acceso, abrir espacios de participación, generar apropiación social. No es posible hacerlo sin cuestionar nada. Hay que desafiar roles predefinidos en los procesos de formación clásicos y trabajar con sujetos que no pueden aplicar recetas de gestión a la realidad.

 

Sistematizar y compartir los conocimientos

Otro aspecto común de todas las experiencias fue la generación de conocimiento. Se trataba de experiencias de formación e investigación heterogéneas que venían de distintos ámbitos, académicos y no académicos, formales e informales. Pero en todas ellas se produjo conocimiento nuevo, no se aplicó únicamente conocimiento ya existente. Nuestra pregunta fue: ¿a dónde van estos conocimientos? ¿Cómo se sistematizan? ¿Quedan disponibles en algún lugar?

Como señaló Judith Sutz en su intervención, no se pueden generar ámbitos de formación en gestión cultural sin que a la vez la gestión cultural sea objeto de conocimiento, y por lo tanto, de investigación. Se necesitan entonces ámbitos donde compartir los conocimientos que se generan, y, a nuestro entender, ese ámbito es la web, publicando de forma abierta y conectada con el mundo.

En Uruguay todavía está disperso el conocimiento generado en el ámbito cultural. Existen publicaciones y portales web muy valiosos, pero no hay repositorios institucionales abiertos donde encontrar obras artísticas y resultados de investigación financiados con fondos públicos. Entendemos que esa sería la forma en que el conocimiento que se genera acá, se vincule con otras experiencias, se multiplique y sea hallado por destinatarios no previstos que puedan usarlo creativamente.

 

Conclusión: hacer una historia llena de enlaces

Hacia el final, el debate se enfocó en las necesidades de documentación y sistematización: ¿cuánto tiempo se le puede dedicar a esos aspectos, qué costos tienen y qué esfuerzos significan? Claramente, los protagonistas de las experiencias hacen estas tareas a pulmón y con pocos recursos.

Desde Ártica, nuestra recomendación fue la de utilizar las dos herramientas más básicas y sencillas de la web, sin importar qué canales se utilicen: a) usar medios de publicación simples para escribir una crónica viva desde la experiencia, es decir, llevar bitácoras de lo que hacemos, compartiendo cada día algo, en pequeñas cuotas, con la comunidad; y b) enlazar otras experiencias y conocimientos: cosas que nos inspiran, gente que conocimos, eventos a los que fuimos, lugares que vale la pena descubrir. Esto significar hacer una historia llena de enlaces, que no se quede en la mera anécdota, sino que trace rutas de circulación hacia más conocimientos y experiencias. Documentar la experiencia es tanto contar una historia, como compartir referencias que pueden ser el punto de partida para quienes vengan después. En un campo de conocimiento aún incipiente en Uruguay, como lo es la gestión cultural, esta es una tarea imprescindible.


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