Siguiendo con la idea de acercar más los cursos de Ártica a las posibilidades de nuestros lectores y alumnos, esta semana lanzamos la modalidad de inscripción permanente del curso online «Guía básica para la creación y presentación de un proyecto artístico«, a cargo del artista y docente Yamandú Cuevas. Aprovechando la ocasión, conversamos nuevamente con Yamandú, quien nos habla de su experiencia en la coordinación de talleres online y en el acompañamiento de proyectos artísticos. A continuación, la entrevista.
¿Cómo es el trayecto que propone esta nueva edición del curso «Guía básica para la creación y presentación de un proyecto artístico»?
Descontracturado. Empezamos conversando sobre cualquier cosa que nos permita conocernos. Desde qué música nos está interesando ahora a cómo es mi barrio, qué olor tiene, por qué. Entonces jugamos a encontrarnos en Google Earth y a preguntarnos lo que se nos ocurra. En la última edición del taller descubrimos que varios estábamos atrapados por Breaking Bad y surgió charlar sobre cómo estaban tratados los personajes, el color de algunas escenas, el porqué de la ausencia de música en casi toda la serie, etc. En ese ambiente se hace fácil empezar a conversar sobre el trabajo que estamos haciendo y cómo llegamos al momento en que decidimos tomar este curso.
De esa misma manera abordamos los módulos de trabajo que van desde el análisis de obra actual hasta el armado final de una carpeta de presentación de proyecto para su presentación a instituciones, becas o concursos.
No me voy a demorar aquí en la enumeración de los contenidos de cada módulo porque ellos se pueden leer en detalle accediendo a la sección de cursos de Ártica.
En cambio me gustaría contarle a quienes se interesen por este curso que su modalidad es amena y ágil. Que cada módulo incluye una serie de insumos generales y específicos en forma de texto y video, y ejercicios que transitamos juntos en forma de tutoría personalizada mediante video encuentros pactados y casuales.
¿Qué aspectos son los que en general más les cuestan a los artistas visuales en la concreción de un proyecto?
Con el tiempo he visto que la parte que a priori se percibe como más ardua es la que refiere a la definición conceptual y a los objetivos de cada proyecto.
Sin embargo, cuando llegamos a ese punto descubrimos que tales definiciones y objetivos surgen con naturalidad cuando los tejemos mientras jugamos a partir de palabras clave o brevísimos conceptos que luego desarrollamos en forma conjunta a partir de consignas de trabajo simples y atractivas.
Otra de las dificultades radica en organizar el todo de una forma clara, concisa y contundente. Para eso disponemos de una herramienta potentísima que nos viene a salvar del caos: la ya famosa “Guía básica para la presentación de un proyecto artístico” creada especialmente para este curso y que se constituye en columna vertebral para la organización de cada proyecto.
¿Qué es lo que más te interesa profundizar cuando acompañás a un artista en estos procesos?
Me interesa ayudarlos a ver las potencialidades de sus proyectos, esas que muchas veces, por estar tan metidos en el tema, no se vislumbran a primera vista. A tirar de los cabos sueltos. Y me interesa mucho profundizar en los porqué de cada cosa. En la medida que vamos descubriendo por qué y para qué hacemos las cosas todo se nos clarifica y tomamos una estatura enorme, un poder creativo que arrasa.
Y me gusta mucho acompañar a los artistas en los momentos oscuros, de inseguridades y dudas; cuando parece que no vamos a poder salir airosos de un punto, de una tarea o de un módulo. Porque me siento fuerte allí. El curso posee una batería de consignas que -con el juego como eje- invariablemente termina por ayudarlos a salir crecidos y amplios de miras de esos momentos. Eso es muy edificante y placentero.
¿Cuál ha sido la experiencia de estos últimos años? ¿Qué cosas creés que se han ido ajustando con el tiempo?
Hace unos pocos años, parecía que un curso online para ser percibido como contundentemente bueno debía ser por lo menos largo. Y cargado de módulos, tareas, gráficos, insumos eruditos de decenas de páginas, pruebas, calificaciones, etc. El tiempo ha transcurrido y los participantes se han hecho oír. Por lo que actualmente tenemos cursos más cortos, más enfocados a lo que de ellos se espera, más ágiles y por sobre todo, mucho más personalizados.
En nuestro curso fuimos virando cada vez más hacia los encuentros cara a cara con resultados fantásticos porque de esta manera el curso o taller se parece mucho a uno presencial. Aunque creo que en realidad a lo que más se parece es a la nueva forma de los cursos online.
Más allá de un trayecto organizado por módulos, ¿surgen en el proceso situaciones inesperadas que te sorprenden o que te hacen replantearte metodologías?
Sí. Siempre es así. Por suerte. La estructura en módulos es como la estrella del marino, una guía que nos permite avanzar sin perder el rumbo. Luego no importa demasiado si el recorrido es lineal o zigzagueante. Nos permitimos andar un poco a la deriva, desviarnos y hasta retroceder a revisarnos, si es preciso.
Por otra parte ningún curso en sí mismo puede preverlo todo, ni tener una solución para cada problema. Probablemente el cometido de ellos radique en ser buenas plataformas para la interacción de las personas. Entonces, más allá de planes, estructuras y cronogramas hay momentos en los que importa por sobre todo el buen relacionamiento humano, que haya empatía, compromiso y fraternidad. Porque frente a eso no hay dificultad que resista.
Los invitamos a conocer más sobre el curso online «Guía básica para la creación y presentación de un proyecto artístico» y a inscribirse.
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