Esta es la segunda clase del lado A del curso Hitchcock, publicada originalmente en Perro Blanco. Esta vez hablamos de su período sonoro de Inglaterra y les dejamos una bonita y extensa videoconferencia sobre la obra maestra La Dama Desaparece, a la que sumamos links de todo tipo y color.
Antes de que el alumno avance sobre la lectura, advertimos una cosa: se va a hablar de Sabotaje revelando información clave sobre la película. A mí personalmente los spoilers me importan poco y nada, pero quien sea muy susceptible a los mismos puede hacer dos cosas: o bien ignorar el texto e ir directamente a la videoconferencia sobre La Dama Desaparece que puede verse clickeando aquí, o bien ver Sabotaje antes de empezar la lectura. La misma puede verse por YouTube y sin subtítulos clickeando aquí. De todos modos, no resultará muy difícil encontrar un torrent o similar para verla subtitulada o -si es que no les molesta- doblada al español. Para quien quiera datos más precisos para una búsqueda más veloz, el título original es Sabotage y es de 1936 (y dicho sea de paso, no se la confundan con Los Saboteadores de 1942, también dirigida por Hitchcock).
Período británico: de cuchillos, aventuras y cuentos de hadas
La década del 20 y 30 encontró a Hitchcock corriendo con cierta ventaja respecto de sus pares compatriotas. Cuando él estrena The Lodger en 1927, las críticas inglesas no solo fueron laudatorias, sino que además abundaron en calificativos que ponían a este largometraje como posiblemente el mejor de toda la historia de Gran Bretaña. Si bien The Lodger es una muy buena película (quizás una obra maestra incluso), que haya obtenido halagos así en su momento no era tanto mérito de la película como demérito del propio cine inglés de ese momento. La etapa silente inglesa no es precisamente de lo más inspirado que existe, y un tipo como Hitchcock, ávido consumidor del cine de otros países, estuvo dispuesto desde muy temprano a hacer lo que muchos de sus colegas no hacían: preocuparse por la imagen y las posibilidades técnicas del cine. En el célebre El Cine según Hitchcock, el realizador observaba incluso cómo las películas inglesas del 20 no tenían siquiera dimensión en sus planos, algo que sí tenían las cinematografías que más le interesaban de ese entonces: la alemana, la americana y la soviética.
Ese gusto por una estética superior a la que se veía en el cine inglés de ese momento es lo que hizo que Hitchcock pudiera resaltar rápidamente y volverse en su patria un artista de prestigio y popularidad. Tanto es así que en 1929 hace la primera película sonora de la historia de Inglaterra: Chantaje (Blackmail).
Originalmente concebida como una película muda (lo que explican muchas escenas carentes de diálogo), Chantaje fue problemática desde su producción. Como iba a ser silente, nadie pensó que iba a ser un problema que su actriz protagónica (Anny Ondra) fuera una mujer checa que estaba casi imposibilitada de hablar inglés de forma fluida. Ni bien se incorporó la tecnología sonora, Hitchcock tuvo que valerse de técnicas de doblaje rudimentarias para reemplazar la voz de Ondra. Por si esto fuese poco, como las técnicas sonoras recién estaban empezando, a las primeras películas se les hacía imposible mostrar en una misma escena diálogos y música extradiegética. De este modo, cuando uno veía lo que en ese momento se denominaban “talkies”, pasaba de ver una escena completamente dialogada, a una con música de fondo pero donde los actores no hablaban. Disconforme con esto, Hitchcock decide que las escenas con diálogo tengan música de fondo poniendo orquestas tocando detrás de la escena que se estaba filmando.
Esta última anécdota habla de algo claro, y es que Hitchcock, ya dueño de un instinto genial, empezó a darse cuenta de que el sonido no era un enemigo del cine sino una nueva arma a utilizar, y que ahora que estaba esta nueva tecnología había una obligación por parte del cineasta de sacarle provecho. Una escena que claramente hace esto es esta:
Aquí se representa la paranoia de la protagonista -una mujer aterrada y perturbada por la culpa de haber matado a alguien- mediante la magnificación de sonidos aparentemente cotidianos que bajo su nueva visión del mundo tienen matices perturbadores o siniestros. Se nota en el sonido del pájaro (normalmente asociado con lo tranquilizador pero que acá pareciera resultar molesto) pero más aún en la repetición constante de la palabra “knife” (cuchillo) que a la protagonista le recuerda el homicidio que cometió.
En alguna medida, si se piensa, es como si Hitchcock hubiera aplicado las ideas del así llamado expresionismo alemán -que adaptaba los escenarios y la utilización de la luz a la psicología del personaje- pero con el sonido.
Chantaje (Blackmail) es además uno de los largometrajes más solemnes y oscuros de todo el universo hitchcockiano, uno que mostraba claramente que uno de los intereses de este director estaría centrado en el tema del pecado y la culpa, así como una desconfianza gigantesca hacia la policía.
Luego de esta película, Hitchcock haría 14 largometrajes más, mezclando películas extraordinarias con otras menos logradas o directamente fallidas. Así es como por ejemplo en esta etapa se mezcla una película narrativamente confusa y sin demasiado timing cómico como Número 17 (Number Seventeen), de 1932, o un largometraje inexplicable y desganado como Valses de Viena (quizás lo peor que haya filmado), con películas deslumbrantes que hablan a las claras del talento del director para construir verosímiles únicos. Dos de sus películas más alabadas de esos tiempos británicos son El Hombre que sabía demasiado (con un Peter Lorre extraordinario haciendo de uno de los grandes villanos de la historia de Hitchcock) y ese disparate hermoso llamado Los 39 escalones (al cual en su momento hasta un crítico bastante severo como Jorge Luis Borges le dedicó unas líneas muy generosas, tal como se puede ver clickeando aquí). En ambos casos estas películas parecen funcionar como ensayos previos de otras películas que Hitchcock hará en su período en Hollywood. Así es como de El Hombre que sabía demasiado Hitchcock realizará una remake en la década del 50, y Los 39 escalones establecerá un tipo de comedia de aventuras que repetirá en películas posteriores con mayor y menor sofisticación como Los Saboteadores (Saboteurs) e Intriga Internacional (North by Northwest).
Ya tendremos tiempo de centrarnos más en Los 39 escalones, película delirante que relacionaré aunque sea por contraste cuando llegue el momento de hablar de Notorious. Pero ahora quiero centrarme en otras dos películas inglesas que me resultan incluso superiores a esta.
La primera es Sabotaje. Basada muy libremente en la novela Agente Secreto de Joseph Conrad, Sabotaje es una de las películas más lúgubres de Hitchcock, quizás su primer acercamiento a una idea de un Mal inconsciente de sí mismo en una película que, entre otras cosas, termina siendo una reflexión sobre el alcance de las decisiones. El propio Hitchcock solía renegar de una escena: la del asesinato del nene a partir de la explosión de una bomba que él mismo lleva -sin saberlo, claro- escondida. Este momento (que puede verse en el video de abajo), dueño de una carga de horror al que el director raras veces volvería, fue objetado por el propio realizador como demasiado duro y cruel para el público de cualquier época. Yo en cambio, suelo verlo indudablemente oscuro pero perfectamente coherente con el espíritu trágico que plantea Sabotaje desde un principio. Otros directores hitchcockianos también supieron verle virtudes; así es como Brian de Palma homenajea esta escena al principio de Los Intocables (The Untouchables), de 1987. El suspenso cruel de Sabotaje, por otro lado, también sería homenajeado en Bastardos sin Gloria (Inglourious Basterds, 2009), de Quentin Tarantino, que se permite aludir a la escena de Sabotaje de manera directa (ver la escena clickeando aquí) en uno de los momentos de este largometraje bélico. El homenaje a Sabotaje en ese relato de Tarantino no puede ser más pertinente: siendo Bastardos sin Gloria una película con claros ecos hitchcockianos, brutal e incorrecta, no podía menos que homenajear a una de las más incómodas y brutales películas de Hitchcock.
Aun así, la escena que más me impresiona de Sabotaje no es la de la muerte del chico, sino esta:
El momento del asesinato del cuchillo no solo es una muestra cabal del tremendo talento interpretativo de esa actriz enorme que fue Sylvia Sidney, sino de la capacidad de Hitchcock para establecer una tensión trágica a partir de la mirada y el manejo de sonidos (tanto por su presencia repentina como por su total ausencia). Si pocas veces se han visto asesinatos más impresionantes que este en el cine de Hitchcock (lo que es mucho decir) es porque esta puñalada dada casi involuntariamente es la representación perfecta del espíritu trágico de la película y del carácter común de su protagonista (alguien que, justamente, al estar lejos de ser una criminal, no puede sino matar con un nivel de horror tan inquietante como triste). Justamente hay un elemento clave en Sabotaje que se relaciona con la idea de una violencia y un mal que no solo puede disfrazarse de algo inofensivo, sino que puede venir de gente que no pensaba ni por un instante que pudiera llegar a esas situaciones.
La otra película que más celebro de Hitchcock es La Dama Desaparece, la última obra maestra que hace antes de irse a Hollywood y una cátedra de imaginación visual y timing cómico. Sobre esta tengo dos videos.
En primer lugar, una videopresentación del historiador y coleccionista argentino Fernando Martín Peña, realizada para el excelente programa Filmoteca.
Y en segundo lugar un largo audiocomentario mío que puede verse clickeando aquí.
Y aquí concluye la clase sobre cine inglés. Opiniones y dudas, aquí abajo en los comentarios. Y de paso, una consigna: teniendo en cuenta que acabo de poner un link con un gran asesinato de Hitchcock, digan cuál es el mejor asesinato que han visto en pantalla. Sí, claro, es mórbida la consigna, pero estamos en un curso de Hitchcock así que es pertinente.
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