Quizás una de las primeras experiencias de cultura móvil hayan sido las clásicas audioguías de los museos que se utilizan desde hace algunas décadas. El museo provee al usuario durante su visita de un aparato de audio y auriculares para guiarse a solas durante su tour por las salas de exposiciones. Con la popularización de dispositivos portátiles propiedad de los visitantes (celulares, tabletas, reproductores de música), los museos comenzaron a ofrecer, a principios del siglo XXI, algunos otros servicios móviles, como los podcasts o la descarga de documentos pdf. Y con la aparición de medios interactivos como las redes sociales, sumada a la disponibilidad de Internet móvil y smpartphones, la cultura móvil se torna interactiva y presenta nuevos desafíos, ya que ahora no sólo se puede entregar material al usuario en sentido de ida, sino que también se puede intercambiar información y experiencias de ida y vuelta. Esto no es una oportunidad tan sólo para los museos. Música, artes escénicas, cine, libros y revistas, patrimonio y muchos otros sectores se pueden empapar de cultura móvil mejorando las experiencias in situ de sus usuarios y expandiendo su experiencia.
Recientemente visité un hermoso museo en la ciudad de Mérida, México. El MACAY (museo de arte moderno y contemporáneo de Yucatán), dueño de increíbles colecciones, sobre todo en pintura. Es un museo que realiza una excelente labor en la web y las redes sociales. Entre otras cosas, utilizan códigos QR en la sala para invitar a los usuarios a los recorridos virtuales que se realizan por Twitter: una especie de resumen social y expandido de la actividad del museo que queda registrada en Storify. Así que con mi cámara, ya sea tomando fotos o escaneando códigos, me llevé parte de la experiencia del museo tras mi viaje a Yucatán. Me dio la impresión de haber conectado con un museo vivo, que ahora me pertenece un poquito, aunque ya esté lejos y mi visita haya concluido hace días.
Así fue que experimenté en cierta forma cómo la cultura móvil posibilita reinventar la relación con el público y el concepto de visita/evento cultural. Y esta capacidad disruptiva está principalmente en manos de los usuarios; no necesariamente viene desde las propuestas culturales en sí. Les cuento otra anécdota para ilustrarlo.
Hace unos días, nuestra amiga Pilar DM, blogger de El Dado del Arte, realizó una visita por la muestra fotográfica de Ferrán Freixa en Barcelona, guiada por el propio autor. Como visitante, pero sobre todo como cronista, fue relevando y compartiendo distintos momentos de la visita en Twitter, desde su teléfono. Finalmente, hizo una recopilación con Storify que publicó unos dias después, en un excelente ejemplo de periodismo cultural no convencional que resultó, al menos para mi, cautivante. Esta experiencia hace evidente que no sólo las instituciones, sino también los propios usuarios pueden crear contenidos alrededor de una visita o un evento cultural, elaborarlos y compartirlos.
Con sus dispositivos móviles conectados, los usuarios tienen la capacidad de tener una experiencia individual única, personal, a la carta, a la vez que conectada con el mundo. ¿Es lo mismo un tour por una ciudad, una feria o un museo teniendo a mano el acceso a la Wikipedia para hacer consultas, a Twitter para realizar un comentario (positivo o negativo) o a Instagram para compartir una foto inmediata? Por cierto, que no lo es, y eso sucede sin que las instituciones culturales necesariamente hagan algo para aprovecharlo y transformar la relación con ese usuario permanentemente conectado.
Entonces, no es que necesariamente estamos ante el imperativo de cambiar aquella vieja audioguía por una app de realidad aumentada. Estamos viendo cómo los usuarios reinterpretan y se apropian de las propuestas culturales a través de los medios sociales, y lo hacen inmediatamente, en tiempo real, gracias a sus dispositivos móviles.
Nuestro curso online #culturamovil comenzará con esta reflexión y continuará con aspectos prácticos y concretos para que tu proyecto cultural también se incorpore a esta revolución de los usuarios de cultura, aprendiendo a crear sitios web móviles, aprovechar las aplicaciones más populares y por qué no, crear por ti mismo una aplicación para tu proyecto con herramientas muy sencillas hoy disponibles.
No se trata de adaptarse a una tecnología, sino a nuevas prácticas sociales que se realizan a través de múltiples medios y diversas plataformas. Por lo tanto, hay que entender esas prácticas y entrar en conexión con ellas, en tiempo real o en tiempos distintos, in situ y también a distancia. Porque la cultura del futuro se hace no para el público, sino con el público.
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