Hacer arte es más que crear productos estéticos. Los resultados a los que llega un artista están sustentados en una cantidad de aspectos no visibles pero que de algún modo están en la obra porque fueron parte del proceso. Si llegamos a ese resultado, es porque hubo un camino en el que consideramos muchas cosas: desde las influencias previas, pasando por insumos teóricos, hasta los materiales y técnicas. En este sentido, un proceso creativo es siempre un proyecto. Esto nos motivó a poner en marcha una clínica de artes visuales centrada en proyectos y totalmente online. Todo esto hace que se trate de una experiencia muy particular, que va a implicar desafíos, búsquedas, innovaciones. Hemos comentado algunos de esos desafíos en un post anterior. En éste, compartimos un nuevo diálogo con el artista Yamandú Cuevas, coordinador de la clínica, que nos habla sobre cómo los artistas visuales encaran proyectos.
¿Por qué un artista visual tendría que prensar en términos de proyecto? ¿Simplemente hacer no es suficiente para encarar una obra?
Todo artista que tenga un concepto y quiera desarrollarlo artísticamente deberá trazar un proyecto. Aunque ese proyecto sea una sola pieza, pongamos por caso, una pintura. El Guernica de Picasso es una obra unitaria y fue un proyecto de dos meses de trabajo (mayo y junio de 1937) precedidos de seis semanas durante las que realizó 45 bocetos.
Por tanto, toda obra, por unitaria que sea su concepción, es un proyecto. Lleve el tiempo que lleve.
Y porque no se sienta uno en una mesa de trabajo y de pronto aparece una obra. Para que la obra “aparezca” uno tuvo que haber planificado encontrar el momento de ponerse a crear. Y si planificó eso, alguna idea remotamente vaga sobre qué es lo que va a hacer, tuvo y tiene. Y si aún no sabe exactamente cómo la va a hacer, seguro sabe qué técnica va a usar, o con cuál prefiere comenzar a probar.
Por ejemplo: es improbable que a alguien que nunca hizo collage se le ocurra empezar por hacer uno. A no ser que tenga la idea clara de que quiere empezar por allí.
Aunque no lo parece, muchas veces sabemos bastante más de lo que creemos sobre lo que queremos hacer. Basta pensar en lo que no queremos hacer para empezar a tener alguna pista de hacia dónde ir.
Es inevitable que un creador necesite decir, transmitir, experimentar, etc., y ninguna de estas cosas se logra espontáneamente sin una aplicación regular al trabajo. Y sin un proyecto vamos a avanzar poco o erráticamente.
Si nada, ni siquiera la silla o la sopa más simple, se hace sin un proyecto ¿por qué una obra debería prescindir de él?
Un proyecto supone trazar objetivos, plantearse un lapso de tiempo de trabajo, pautar ese tiempo, administrarlo, calificarlo, etc. Escoger una o varias técnicas, transitarlas y experimentarlas para ver qué tal nos llevamos con ellas, hasta dónde podemos dominarlas y si nos aportan una herramienta útil a nuestro fin comunicativo y expresivo. Y también supone un análisis introspectivo que nos acerque a la idea de hasta dónde queremos ir con el desarrollo de una idea, de una obra o de una técnica.
En la clínica de Proyecto guiamos al artista que tiene una idea para desarrollar, lo ayudamos a encauzarla de la manera que mejor se ajuste a sus posibilidades, proponiéndole un plan de trabajo pautado. Abierto, flexible, modificable, con consignas motivacionales que estimulen su creatividad.
¿Cómo se relacionan el hacer sin rumbo, la búsqueda, con la creación de una obra más consistente y finalmente un proyecto?
Suele suceder que uno se encuentra con un proyecto o dentro de él sin habérselo propuesto. Uno trabaja una obra o una serie de obras simplemente porque eso le produce placer, porque necesita hacerlo de una forma más o menos regular, y de pronto un hallazgo -un hito creativo o técnico- nos hace pensar que si profundizásemos en el trabajo, si tirásemos de ese cordel, quizá podrían aparecer más y mejores posibilidades, y por lo tanto una obra más rica, compleja y profunda.
Cuando eso sucede estamos ante las puertas de un proyecto o ya dentro de él. Trabajando esa obra, las posibilidades de ella junto con las del hacedor, puede aparecer una obra más comprometida y consistente.
Para eso habrá que trabajar estructuralmente la propuesta, proponer consignas de trabajo, etapas.
¿Y qué etapas tiene un proyecto de artes visuales?
La clínica está estructurada en módulos que abordan las distintas etapas de elaboración de un proyecto artístico. Pero no hay un índice rígido ya que todo se pone al servicio del proyecto que proponga el artista, y a su evolución. Los módulos siguen un orden secuencial pero muchos de los procesos se continúan desarrollando y reformulando a medida que se avanza.
En el módulo 1 se analiza la obra precedente, se observan sus fortalezas y sus debilidades, se trata de identificar las influencias, se profundiza en ellas mediante lecturas y observaciones puntuales y se proyectan las probables reformulaciones de los rasgos fundamentales que podrían formar parte del proyecto que se inicia.
En el módulo 2 se trabaja en la definición de los objetivos del proyecto. Se abre el debate de ideas que nos va a permitir elaborar la propuesta de trabajo.
En el módulo 3 se planifica el proyecto en función de los objetivos planteados. Se diseña el perfil de la obra. Se definen las técnicas a usar, el eje temático, el carácter espacial de la obra, se lleva a cabo el plan de materiales y el plan de producción.
El módulo 4 ya será de plena producción de obras. El proceso productivo estará bajo una tutoría técnica y conceptual permanente. Y el seguimiento del proceso será paso a paso. En cada caso habrá un análisis crítico y una devolución a partir de los avances presentados por cada artista.
En el módulo 5, con la obra ya avanzada o terminada, se trabajará en la elaboración de un proyecto expositivo, en el estudio y diseño del comportamiento de la obra en el espacio y en el montaje: diseño de tránsitos e iluminación y otros, y en el diseño de gráficos de apoyo comunicacionales.
En el sexto módulo, de cierre, se aborda el diseño de la carpeta del proyecto para presentar a instituciones, concursos y becas.
¿Los proyectos tienen un principio y un fin? ¿Cuándo comienza y cuándo se da por terminado un proyecto de arte?
No hay una respuesta para esta pregunta ya que hay ejemplos de todo tipo. Que hoy nos propongamos comenzar a desarrollar un proyecto no quiere decir que no hayamos estado creando sin saberlo desde hace años para él. Lo que sí tiene principio y fin es la parte guiada del proyecto, esta clínica. Y así como el principio no podíamos decretarlo, el fin tampoco. Todo creador sigue desarrollando sus métodos, sus técnicas, su pensamiento. A veces los proyectos no terminan sino que engendran otros, y en esos casos hay algo que se parece más a un degradé, a un paso gradual de un proyecto a otro, que a lo que creemos que es un fin. Los proyectos son menos finitos que nosotros.
¿Por qué es importante formular un proyecto en artes visuales? ¿Para qué sirve?
Porque nos permite formarnos y crecer como artistas. Aprender a trabajar con rigor creativo y conceptual, a descubrir potencialidades insospechadas y a conocer nuestras limitaciones. Pero sobre todo nos sirve para plasmar una idea en un tiempo dado y concluir el propósito de hacerla y abrirla al público. Y para adquirir un método de trabajo. Por ejemplo: si en el futuro alguna institución, persona o concurso nos convoca para que realicemos una obra ajena a nuestra línea de trabajo y ésta nos resulta atractiva, tener herramientas para poder diseñarse un proyecto de trabajo y de obra es fundamental.
¿Qué herramientas creativas y de gestión ayudan a realizar un proyecto? Por ejemplo: herramientas para investigar, para experimentar, o cosas más concretas como bocetos, cronogramas, presupuestos, etc.
Muchas, infinitas herramientas. Y para cada proyecto -seguramente- distintas. Para investigar en temas teóricos (estructura, ritmo, color, etc.) vamos a valernos tanto de fuentes clásicas que están en la red, como de materiales creados por la clínica. Pero también trabajaremos en el campo de la investigación plástica y visual metiendo las manos en la masa, sin pudor. Esto quiere decir que vamos a dibujar, pintar, armar, corregir e intercambiar ideas y todo lo que podríamos hacer en un taller de los que tienen paredes y mesas con tarros de pinceles.
La clínica ha ido creando y adaptando para sí herramientas para cada una de sus etapas. A veces esas herramientas son ejercicios que nos sirven para estimular la creatividad, o para trabajar de una forma más provechosa con la sensibilidad, y otras veces tienen que ver con
la puesta en marcha de la propia obra. Con cómo se hace esto o aquello o cómo se puede hacer mejor.
A la vez, y en su momento, van a ser relevantes los aspectos organizativos del proyecto, donde tiene mucha importancia la planificación. Allí -entre otras cosas- entran los cronogramas y los presupuestos.
Luego, la más fantástica de las “herramientas” es la gran cantidad de amigos artistas que están dispuestos a ayudarnos y a acompañarnos en este camino. Entrañables hombres y mujeres que trabajan en las más variadas disciplinas y que están allí, alegremente dispuestos a darnos una mano desde sus talleres, sus blogs o sus álbumes Flickr, a tirarnos un pique o a compartir una experiencia.
Así nos propone Yamandú el encare de proyectos artísticos y explica el trabajo en su clínica de artes visuales online. Recuerden que todavía están abiertas las inscripciones y hay cupos disponibles. Encuentran más información en esta página.
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