Los cambios en el siglo XXI no son solamente tecnológicos. Es cierto que son las nuevas tecnologías digitales las que están permitiendo una democratización en la realización de cine y que el acceso a las películas a través de Internet está transformando el consumo drásticamente (tema que veremos en nuestro próximo curso online gratuito). Pero lo más interesante del cine contemporáneo son las nuevas prácticas y teorías sobre la figura del autor cinematografico, que pueden desembocar en revulsivos y potentes proyectos, planteando un Cine Sin Autor.
El proyecto Cine sin Autor (CsA, con base en Madrid) lleva adelante una radical propuesta de producción cinematográfica que busca integrar a personas comunes y corrientes en todo el proceso de realización, hasta tal punto, que la idea misma de un «autor» individual y su firma como garantía de «calidad» quedan totalmente a un lado. Como lo explican en su web «El Cine sin Autor es un modo de realización socio-cinematográfico que crea documentos fílmicos y películas con personas y colectivos de la sociedad que no suelen aparecer ni están relacionados con la producción audiovisual en general. La clave de este modo de realización es la práctica de la Sinautoría y supone que el equipo de realización de un proceso de CsA no establece una relación de propiedad sobre el capital fílmico para beneficio propio sino que colectiviza progresivamente todo el proceso de producción y distribución cinematográfico». Consultando su Manifiesto del Cine Sin Autor e intercambiando por mail con Gerardo Tudurí, del equipo de realización, nos hicimos una idea de cómo funciona esta propuesta, que se inspira en ideas como las del manifiesto «Teoría y práctica de un cine junto al pueblo» de Jorge Sanjinés (1979) y en experiencias como Video nas Aldeias. Nosotros lo vemos muy asociado también con el manifiesto de Solanas y Getino que hemos comentado alguna vez.
¿Cómo opera un cine sin autores? El CsA es un cine colectivo en el que participa un equipo de realizadores audiovisuales (Dispositivo-Autor) y un grupo de personas que crean, gestionan y protagonizan la obra: las Personas del Film (en este caso, vecinos de barrios populares de Madrid). Este grupo es que el toma las decisiones sobre la película y sobre el proceso de creación, con la ayuda del equipo audiovisual. Los guiones se crean a medida que el film se realiza, en un proceso abierto y colaborativo. Los protagonistas son las Personas del Film y sus historias reales, en sus escenarios verdaderos, que son ficcionalizadas en la película. Lo que se filma son las vivencias de estas personas, que van generando un material denominado Documentos Fílmicos, que el equipo audiovisual va grabando, montando y presentando a sus protagonistas en sucesivas etapas, para que ellos discutan y decidan sobre el desarrollo de la película. Es interesante el hecho de que la película no se considera solamente un resultado final. Todo lo que sucede durante la filmación y el proceso de creación es la película. El film es el proceso, un proceso abierto que puede cambiar aún después de su estreno y distribución, ya que incluso hasta en el momento del visionado final y su discusión, se pueden desatar nuevos procesos creativos. Es que, desde que la realización se abre a la participación real, ya no hay mero consumo.
Es importante decir que la propuesta de CsA no consiste simplemente en llevar una lógica «dospuntocerista» al cine. No parte del simple reconocimiento de que ahora el arte es interactivo y co-creado con el público, ni se inserta en el ámbito de lo amateur, si bien critica fuertemente la profesionalización. Por el contrario, CsA pretende un cine popular serio. Tudurí desarrolla estas ideas en su artículo crítico sobre la iniciativa de Michel Gondry de crear fábricas de cine amateur.
En definitiva, la propuesta va más allá de prestar herramientas tecnológicas o plataformas de creación y distribución popular, que de hecho las hay y muchas (empezando por algo llamado YouTube). De lo que se trata es de que se genere una «apropiación progresiva de los medios y saberes de producción». El CsA quiere que las personas comunes, como creadores, sean quienes gestionen todo el proceso y no que simplemente sean usuarios de una tecnología. Porque este cine no abandona búsquedas estéticas al abandonar la idea de un autor, ni pierde por ello potencia expresiva. Leyendo sus fundamentos, acercándose a su metodología y viendo fragmentos de sus películas, sentimos todo lo contrario: que hay mucho por buscar y por ganar.
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