Sobre la crítica digital

Fotograma de la película «The Cardinal», de Otto Preminger. En una crítica visual de Chris Fujiwara en Rouge.

El arte es mucho más que los artistas y sus obras. Es también la circulación de esas obras, la crítica, la discusión, la educación, la apropiación, la remezcla.

Desde hace algunos años, la cultura digital ha venido a cuestionar las fronteras entre creadores y espectadores, y también entre críticos profesionales y amateurs. En varios posts de Ártica hemos hablado sobre cómo la digitalización tiende a favorecer la democratización del arte y la cultura, y también hablamos sobre cómo las redes de conversaciones que hay en Internet sobre artes visuales y literatura han cambiado la forma en que la gente se relaciona con la creación artística.

En el excelente post “Las posibilidades de la crítica digital”, publicado en Transit Cine, José Manuel López habla de esta democratización en el ámbito específico del cine:

El viejo espectador-receptor se ha convertido en un espectador-receptor-conductor-emisor, un espectador rizomático, tecnológico y creativo que puede ver en su casa todo el cine que pueda soñar (o casi) y puede relacionarse con otros cinéfilos o críticos ampliando radicalmente su red de pares.

Y agrega:

En los tiempos de Internet todos somos passeurs en potencia, todos podemos ver y hablar de cine entre iguales, sin jerarquías, sin púlpitos desde los que adoctrinar, realidad ante la que se rebela esa ‘vieja guardia’ de la crítica que acostumbraba a ocuparlos.

Luego de hacer este diagnóstico acerca del nuevo ambiente social de la crítica cinematográfica, López va un paso más lejos y plantea cómo dicho cambio trae consigo otro cambio que se da en el lenguaje mismo de la crítica. Este último cambio pasa por una proliferación y una diversificación sin antecedentes. Gracias al intercambio directo que se da principalmente en los blogs y en comunidades cinéfilas (como Mubi, Filmin y otras) entre críticos profesionales y amateurs, la crítica se ha vuelto un género mucho más transformador. Ya no está obligada a “expresarse en un lenguaje distinto (la palabra) al de su objeto de estudio, el cine”. Por el contrario, emplea cada vez con más frecuencia un buen número de formas y herramientas expresivas variadas: imágenes, sonidos, videos y combinaciones o collages de todos ellos, en discursos que no son necesariamente explícitos, sino que recurren más habitualmente a lo sensorial y a lo poético.

De esta manera, la crítica se convierte en un proceso creativo que está en relación de continuidad con las obras cinematográficas, a la manera de ensayos fílmicos o de mashups. Los críticos-creadores asumen la libertad que les brinda Internet para experimentar e inventar nuevas formas de transmitir sus ideas y emociones.

Del mismo modo que en las artes visuales y en la literatura, vemos aquí cómo los roles tradicionales de espectadores, críticos y creadores se distorsionan, se mezclan y finalmente se confunden en una multiplicación cultural fértil y constante.

Los invitamos a leer el artículo completo publicado en la web de Transit Cine, donde además podrán ver ejemplos excelentes de crítica digital.

Por otra parte, en el taller online de crítica de cine a cargo de Marina Yuszczuk, que comienza el próximo 27 de junio, se abordarán algunos de estos temas super interesantes. Los participantes estarán invitados a publicar sus creaciones en blogs y redes sociales, experimentando en el proceso de autogestión de las publicaciones y en la apertura al diálogo directo con la comunidad cinéfila.


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