#BuenConocer: Políticas públicas para una cultura libre

Fuente de la imagen: floksociety.org
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Del 27 al 30 de mayo estuvimos en Quito, Ecuador, participando en la Cumbre del Buen Conocer. A instancias del proyecto FLOK Society del gobierno de Ecuador, la consigna para los más de 100 invitados de todo el mundo fue pensar cómo sería una sociedad del conocimiento libre, común y abierto. Para ello, hubo conferencias de referentes en distintos ámbitos y 14 mesas de trabajo donde se trabajaron definiciones y propuestas de políticas públicas en las áreas de cultura libre, recursos educativos abiertos, ciencia abierta, software libre, agricultura abierta y sustentable, biodiversidad, energía distribuida, diseño abierto para la fabricación industrial, hardware libre, ciberseguridad, comunes urbanos, conectividad, datos y gobierno abierto, saberes ancestrales, y el marco normativo para una economía social del conocimiento.

Nosotros, como Ártica, estuvimos participando junto con otras 15 personas super interesantes en la mesa de Cultura Libre, la cual contó con los insumos iniciales de Daniel Araya, Carolina Botero y Ricardo Restrepo.

Sin intentar ser exhaustivos, compartimos algunas ideas y propuestas interesantes que hubo sobre la mesa y con las cuales estamos en sintonía. Cabe aclarar que la mesa incluyó miradas diversas, no siempre coincidentes (al fin y al cabo, ¿qué es la cultura libre? :D), y que el documento resultante de la mesa estará listo en las próximas semanas.

En primer lugar, en la mesa definimos una concepción amplia de la cultura, que incluye el conjunto de intercambios simbólicos de las diversas comunidades. Nuestra visión de la cultura libre comprende necesariamente:
– Una crítica profunda de la propiedad intelectual.
– El reconocimiento y apoyo a las manifestaciones culturales invisibilizadas por los modelos de producción y distribución de las «industrias creativas».
– El derecho de todas las personas a crear, compartir, recrear y disfrutar las obras y manifestaciones culturales.

En tal sentido, las propuestas de políticas públicas giraron en torno a dos ejes fundamentales:

1) El eje del acceso y disfrute de las obras culturales

– En este eje, acordamos el principio fundamental de que las obras intelectuales financiadas con fondos públicos deben ser de libre acceso para toda la sociedad. En particular, mencionamos que un primer paso muy fácil de concretar para cualquier Estado es que los materiales educativos, técnicos, científicos y académicos financiados con fondos públicos, deben ser de acceso y uso libre. Del mismo modo, las obras culturales y artísticas ganadoras de fondos y concursos, o financiadas por el Estado a través de otros mecanismos, deben ser libres. Algunas excepciones, como las producciones cinematográficas, las cuales en ocasiones requieren inversiones altas y son financiadas solo parcialmente por el Estado, podrían entrar en un régimen especial por el cual, cumplido el ciclo de comercialización habitual en el sector (3 a 5 años), los productores podrían elegir entre devolver los fondos al Estado, o liberar la obra con una licencia copyleft. Esta idea está inspirada en algunas reflexiones y propuestas del investigador Joe Karaganis.

– Otro de los aspectos fundamentales para el acceso al patrimonio cultural es el rescate y puesta en circulación del dominio público y, más en particular, de los acervos de museos, archivos, bibliotecas. Para ello, es necesario un plan exhaustivo que permita entrar en cada institución, desempolvar todo aquello que hoy duerme en sus estantes y depósitos, y ponerlo a disposición de la gente en formatos libres. La digitalización de los acervos es indispensable para cumplir este objetivo. La digitalización debe realizarse con hardware y software libres, los cuales son indispensables para la preservación de las obras y para la autonomía de las instituciones.

2) El eje del apoyo a la expresión cultural y a los trabajadores culturales desde la perspectiva de la cultura libre

En este eje discutimos una variedad de políticas que pueden servir para solucionar algunas dificultades de las personas y colectivos para su inserción en el ecosistema cultural. Entre otras cosas, hablamos de:
– La provisión de infraestructura tecnológica para apoyar a artistas y gestores culturales en la producción cultural, con la contraparte de que las obras producidas retornen a la comunidad con licencias libres.
– La recuperación de espacios urbanos en los cuales los ciudadanos desarrollen proyectos culturales orientados a dar soluciones a problemas de la comunidad (medialabs, hacklabs, etc).
– Los “concursos” de necesidades culturales, que invertirían la lógica tradicional de los fondos culturales, en los cuales los artistas y gestores proponen proyectos. En este caso, la comunidad expresaría qué es lo que necesita, y luego se llamaría a los actores culturales apropiados para solucionar ese problema.
– Las «maternidades» de proyectos culturales, donde se incubarían y se apoyarían en sus primeros pasos (a través de subsidios y de capacitación) procesos de investigación y de creación cultural sostenibles.
– Las plataformas para la promoción y distribución de obras con licencias libres, que permitirían visibilizar a los artistas que optan por modelos sostenibles de producción cultural, y a los cuales la industria y las sociedades de gestión de derechos de autor discriminan.
– El microfinanciamiento y la colaboración comunitaria. A partir de un proyecto modelo como Goteo, pensamos en mecanismos por los cuales las personas propongan sus ideas a la comunidad y reciban apoyo económico y humano para concretarlas, a cambio de que los procesos y resultados queden libres para toda la sociedad. El Estado podría jugar aquí un rol clave, apoyando los proyectos que obtienen el aval de la comunidad.

Y como soñar no cuesta nada, en la mesa de Cultura Libre pensamos también en políticas más ambiciosas y tal vez un poco más difíciles de diseñar y de implementar a corto plazo, pero que deben comenzar a ser debatidas en la opinión pública. Entre ellas, la propuesta de financiamiento cultural para el derecho a producir cultura, y el bono para la libertad artística. Ambas propuestas buscan acercarse, de uno u otro modo, a políticas universales que garantizan el derecho a participar en la vida cultural, al tiempo que aseguran la libertad de los usuarios para acceder y disfrutar del arte y la cultura. Por supuesto, tales propuestas merecen ser debatidas incorporando la opinión de la diversidad de actores culturales, y, sobre todo, de los usuarios de cultura, para así encontrar las soluciones óptimas que garanticen una cultura libre.

Aunque, por cierto, todas estas propuestas no tendrán una eficacia plena si no contamos además con una reforma radical de las leyes de propiedad intelectual. En tal sentido, Ecuador es una referencia obligada, dado que en estos momentos se está debatiendo un proyecto de ley para derogar la ley de propiedad intelectual e instaurar el Código Orgánico de la Economía Social del Conocimiento. Tal norma, en caso de aprobarse, será la más avanzada del mundo en cuanto a garantizar el derecho de acceso a la cultura y al conocimiento.


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