Compartimos la primera clase del curso online abierto de Hitchcock, publicada originalmente en Perro Blanco.
Escribir algo nuevo sobre Hitchcock es complicado, sobre este director se ha escrito demasiado y en algunos casos demasiado bien. A lo sumo, lo que puede uno proponerse es no decir un conjunto de lugares comunes sobre sus películas que son o bien falsos, o dudosos, o demasiado trillados.
No me gusta llamar a Hitchcock, por ejemplo, “el maestro del suspense”, título simplificador para un director que no sólo se limitó al arte de generar tensión sino que manejó el melodrama, el cine de aventuras y la comedia romántica (o un cine que a veces mezclaba todo esto junto) como pocos. Tampoco sé si me interesa demasiado hablar de un director obsesionado con la perversión. Sí, claro, hay películas perversas de Hitchcock, pero también hay largometrajes luminosos, semejantes en algunos casos a los cuentos de hadas. Tampoco sé si me interesa hablar demasiado (aunque en algún momento supongo que será inevitable hacerlo) de tópicos que aparecen de vez en cuando en su cine como el voyeurismo, la figura de la madre, la función de la mirada, el catolicismo, y su relación sádica con las mujeres.
Por supuesto, no quiero negar que el análisis de esas constantes no tenga nada para iluminar de su filmografía y visión del mundo, pero a este tipo de abordaje le veo actualmente dos limitaciones. La primera de ellas es que este enfoque (al cual se puede llamar perfectamente “autorista”), obsesionado con describir el universo del director, termina haciendo que cada película termine teniendo valor por la relación que tiene con el resto de su obra, y no por sus particularidades. Supongo que este tipo de enfoque sobre Hitchcock, tan frecuente en los 50 y 60, era necesario para hacer ver que ese director a quien muchos veían como un realizador masivo pero carente de profundidad, podía ser un artista con una filosofía sobre el mundo y una visión que se repetía de tanto en tanto y terminaba formando una gramática personal compleja. Pero esos tiempos ya pasaron. Hoy casi nadie cuestiona a Hitchcock ya no sólo como un gran cineasta sino como un gran artista del siglo XX, no muy distinto en importancia para su arte que un Stravinsky, un Picasso o un James Joyce. (más…)